El
cliente entró por la puerta de la oficina cinco minutos antes de la
hora prevista. Venía acompañado de una mujer que poco después supe que
era su esposa. Nos dirigimos a la propiedad de la que esa misma mañana
les había hablado; el lugar y sus características eran las que ellos
estaban buscando y por fin después de meses y visitas a diferentes casas
la habían encontrado.
Aparcamos el coche en la puerta de un chalet con vistas impresionantes y un jardín que daba la bienvenida. El
dueño de la vivienda nos recibió con un gesto adusto aunque en breves
segundos una sonrisa y su brazo extendido nos invitaba a pasar.
Tras
el recorrido los clientes emocionados, y con un brillo especial en sus
ojos le dijeron al propietario que compraban la vivienda a lo que éste
contestó:
-No, si yo en el fondo no vendo la casa, pero estas visitas para mí son mejor que ir al psicólogo.
Reposición.
ResponderEliminarGracias a todos por venir hasta aquí y regalarme un ratito de vuestra vida leyendo lo que escribo. Que tengáis un maravilloso fin de semana.
Un abrazo grande,
Eva.
Jajajaja pues tenía mucha razón el hombre.
ResponderEliminarQué buen final.
Un fuerte abrazo.
La soledad tiene estas cosas, se alegran cuando llegan visitas.
ResponderEliminarUn abrazo,
Tú sigue reponiendo, María Eva, que nosotros disfrutamos.
ResponderEliminarTriste relato de soledad, este.
Un abrazo,
Gran historia, me hace reflexionar en relación a la inmnesa soledad que pueden sentir algunos seres, especialmente cuando uno se acerca a la vejez... , para llegar a usar artrimañas y así sentirse acompañados. En todo caso coincido con el protagonista en optar por esto en vez de gastar en el psicólogo. Excelente relato amiga.
ResponderEliminarUn beso.
jeej se la metió doblada, no me extraña ¿quien en su juicio sano querría vender esas vistas?
ResponderEliminarmuy bueno el realto Eva.
unos besotes
Vengo del Blog de Isabel Martínez Barquero y me ha encantado tu Rincón; por lo cual, si no te importa, me gustaría ser seguidor de tu Mágico Espacio.
ResponderEliminarAbrazos.
Muchas gracias por tu comentario y por quedarte como seguidor. Espero que te gusten los demás escritos y si no te gustan también me lo puedes decir.
EliminarUn abrazo grande,
Eva.
Tu relato me hace pensar que en esta sociedad , sobresaturada de información , con el pensamiento tecnomorfizado por la inmediatez de una comunicación anodina y hueca , la soledad se disfraza ; y entre gritos y mil sordas algarabías se nos cuela a porfía.Un nuevo relato para interiorizar.Un cálido abrazo.
ResponderEliminarPues me parece que esta situación no es tan rara.. besos, un buen relato.
ResponderEliminarGracias
ResponderEliminarQue dura es la soledad y que capaces de hacer todo tipo de cosas, reflexionemos, porque lo es.
Bueno amiga y compañera, ya estoy aquí de nuevo!!
Ando muy ocupada y no puedo ++++ jajaaaj,,,,pero siempre es un placer visitarte,
Yo sigo aquí, ok?
Mi besooooooooo :)
Me ha gustado que abras una puerta a la reflexión de la soledad en la sociedad que nos hemos creado, sin dramatizaciones ni melancólicos finales. Quizá sea ese precisamente el motivo de su dureza.
ResponderEliminarUn gusto volver a leerte.
Saludos
Al menos eran gratis y podía conversar con diferentes personas... excelente post Maria Eva, te dejo un fuerte abrazo.
ResponderEliminarBuen comienzo de semana!
Querida amiga
ResponderEliminarO melhor da vida
são as pessoas.
São elas que nos
acalmam as tempestades
e inspiram novos sonhos.
Acorda a alegria em ti,
como quem acorda uma pessoa muito amada...
ME HA ENCANTADO Y AL MISMO TIEMPO ME HAS HECHO VIVIR UN DEJA VU
ResponderEliminarYO ME DEDICO A LA VENTA DE INMUEBLES Y EN MAS DE UNA OCASION ESTO ME HA PASADO JAJAJJA
SALUDOS
CARLOS
Magnifico, magnifico... A la salud mental por la palabra, por la conversacion pura... Por el rozamiento fisico con la gente... Los psicologos ya no hacen falta en absoluto...
ResponderEliminarUn abrazo, amiga
A mí no me extraña. Yo me paso todos los días en los bares, bebiendo vino con desconocidos. Y según creo, soy abstemio. Un abrazo
ResponderEliminar:) Muy bueno. Necesitamos del reconocimiento del otro...
ResponderEliminarUn saludo.
Es triste el relato pero barato el remedio.
ResponderEliminarun abrazo
fus