Desperté en el
crepúsculo
Deshojando
margaritas.
Y mis manos ya no
eran mías,
Y mi mirada,
Vacía.
Perdida en el
infinito de los años,
De los campos llenos
de flores,
Que ante la
incipiente primavera
Bellas lucían.
Y miré mi rostro
En el arroyo silente.
Y sentí mi cuerpo,
Que ya no me
pertenecía.
Y vi que el tiempo
Se alejaba y
desvanecía.
Y palpé el silencio,
Y sentí la vida.
Y olí el perfume
De tu flor viva.