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Tranquility

jueves, 10 de mayo de 2012

Atraco





El hombre entró en la sucursal bancaria sin levantar sospecha. Tarareaba en silencio una cancioncilla manida que conocía desde niño, “uno, dos y tres, cuatro cinco y seis, yo me calmaré todos lo veréis”. A la cajera no le dio tiempo a verlo cayó al suelo de un disparo certero en la frente.