Mientras suelto las pastillas en las hierbas altas observo
mi alrededor. Aún duermen todos en la casa.
Los pinos se mecen acariciados por el viento entre las nubes, la nieve
cubre las cumbres con un abrazo blanco. Voy sintiendo un frío que me invade como una ola serena
hasta llegar a mi corazón. Pasa un rato que se me hace eterno y, ya no veo las
nubes, ni los pinos, solo siento unas manos…