Apuraba la colilla del cigarro y la
última calada le llego hasta lo más profundo de sus pulmones. Una tos fuerte le
sobrevino y en apenas unos segundos sintió que se iba de este mundo. La saliva
le cortaba el transito del aire hacia sus pulmones encharcando su boca y provocándole
que su cuerpo se doblara buscando la postura en la que poder escupir y salir de
ese túnel de muerte en el que se había metido. El médico le tenía prohibido
fumar, además de otras cosas, pero poco le importaba ya; el forcejeo había
acabado con su mejor amigo y las sirenas de la policía se escuchaban en la
calle.