De mis manos yermas nació un poema y tu nombre fue su título.
Entibiados los suspiros, y los besos, secretos.
Niveo el cielo que el sol adorna,
Y son tus brazos cuna que mece mi cuerpo.
Tu mirada lasciva enciende los cuerpos,
dos brasas que arden a un tiempo.
Tiempo que se detiene, que enmudece,
que se eternece en un cálido arrullo.
La luna se asoma sultana, dueña y señora en la blanca cama.
Y son ahora las sábanas vacías, testigos que callan.
Mudas las paredes, muda la estancia, como muda es la vida que sin ti se pasa.
Entibiados los suspiros, y los besos, secretos.
Niveo el cielo que el sol adorna,
Y son tus brazos cuna que mece mi cuerpo.
Tu mirada lasciva enciende los cuerpos,
dos brasas que arden a un tiempo.
Tiempo que se detiene, que enmudece,
que se eternece en un cálido arrullo.
La luna se asoma sultana, dueña y señora en la blanca cama.
Y son ahora las sábanas vacías, testigos que callan.
Mudas las paredes, muda la estancia, como muda es la vida que sin ti se pasa.