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jueves, 20 de octubre de 2011

¿Qué sabe nadie?


Suena con insistencia el teléfono y, desde la cocina pienso en coger el inalámbrico. No, mejor el fijo, está medio estropeado y no voy a escuchar con claridad lo que me va a decir el que está llamando. Me dirijo a la consola donde reposa el aparato y a cada paso el sonido se  hace más intenso y ensordecedor. Tengo que bajar el timbre, no soporto este estruendo. Mañana, aún me quedan muchas mañanas para ir terminando las cosas…
Levanto el auricular con cierta reticencia al ver que el número del  que proviene la llamada no lo conozco.
-Dígame.
-¡Buenas tardes!, ¿le puedo hacer una pequeña encuesta?
La voz amable pero un poco aflautada corresponde a un hombre que se identifica como perteneciente a una empresa dedicada a encuestas telefónicas. Después de una serie de frases que ni siquiera escucho, cuando casi estoy a punto de colgarle el teléfono me dice que la encuesta es de política. No es que me guste, pero accedo a contestar pidiéndole antes que sea un poco escueto, puesto que no son horas para andar perdiendo el tiempo, ya que mi hijo está a punto de llegar del colegio.
-¿A quién va a votar el 20 de Noviembre?
-Señor, ni siquiera lo se todavía, y aunque lo supiera no se lo voy a decir.
-¿No?, pregunta extrañada la voz. ¿Por qué no?
-Porque el voto es secreto. Es lo único que nos garantizan que todavía es confidencial en este país. Acostumbrados a que alguien haga  o diga algo en la televisión, como para que todos se unan al carro del famoseo oportunista en cualquier ámbito.
-¿Derecha o Izquierda?
-Si le contesto a eso, le estoy diciendo al partido a que voy a votar. No hay demasiado donde elegir. Sea un poco más agudo.
-A quién no va a votar?-dice mientras suena una carjacaja escéptica, ¿ó tampoco me lo va a decir?
-Eso sí que lo tengo claro, no voy a votar a quienes extorsionan con asesinatos.
-¿Crees que lo peor ha pasado?
-No, está por llegar. O se cambia el sistema económico o iremos al traste del todo. Hay que reforzar a la persona, al individuo, no a la empresa ni a los bancos.
-Entonces, ¿usted votará a la izquierda?
-No, ya le he dicho que no se lo diré, que es lo único que me queda como ente, la posibilidad de elegir; en un país donde se van recortando todo los derechos adquiridos durante años por nuestros padres.
¿Trabaja?
-Sí, en uno de los pocos trabajos que se están manteniendo, que no tienen pérdidas de empleo.
-Dígame cuál- me inquiere la voz.
-Soy médico de urgencias, enfermera, niñera, cocinera, limpiadora, asesora económica, personal shopper.
-¿Se está riendo de mí?
-No, para nada, ese es mi trabajo: soy ama de casa, donde no libramos ningún día; los festivos tenemos más trabajo. No puedes causar baja por enfermedad, no tenemos los derechos de otros colectivos. Y encima, somos el último peldaño de la sociedad, nos llaman histéricas, marujas y desocupadas.
¿Quién cree que va a ganar las elecciones?
-El pueblo seguro que no, los millones de parados seguro que no, los indignados tampoco. Probablemente gane un partido político, da lo mismo el color del ganador; al final de mes ganaran su sueldo. Produzcan más o menos, entienda eso de producir como hacer por el pueblo, que son la empresa para las que ellos trabajan. Se les olvida que ellos están porque la inmensa mayoría de la gente quiere. Aunque el poder vuelve villanos a los buenos, y a los tontos malvados. Ahora si me disculpa, voy a la  cocina que se me queman las lentejas- Colgué el auricular del teléfono y me sentí como el perro al que le quitan las pulgas. Puede que no sirva de nada todo lo que le he dicho a este hombre, pero, ¿qué sabe nadie?

2 comentarios:

  1. Marketing...una de las siete plagas en esta era moderna.
    Me ha pasado igual. Respondo "Ni izquierda, ni derecha, sino todo lo contrario"

    Me gusta la agudeza de tus escritos.

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  2. Gracias Alonzo, espero verte más seguido comentando mis relatos.

    Un saludo.

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