Me desciendes hasta mis infiernos
con tus ojos.
Y, en el anhelo eterno, espero.
El abrazo roto que no me das,
La palabra dulce que no
pronuncias.
Y me pierdo en tu sonrisa,
Que burlona me incita,
A recorrer tu cuerpo,
Con mis ojos, porque con mis
manos no puedo.
Y el silencio se instala como un
muro nuevo.
En el que chocan nuestras
palabras,
Nuestras miradas y nuestros
deseos.
Gracias a todos por venir hasta aquí, por dejar vuestros comentarios, y por regalarme el tiempo que pasáis leyéndome.
ResponderEliminarUn abrazo grande,
Eva
Muy real, a la par que lleno de romanticismo.
ResponderEliminarFelicidades.
Algunos infiernos valen la pena sobre todo cuando se está a su lado,
ResponderEliminarBesos.
Hola Eva.
ResponderEliminarLo siento desgarrador.
Te cito de forma textual:
"Y, en el anhelo eterno, espero.
El abrazo roto que no me das,
La palabra dulce que no pronuncias.
Para continuar:
Con mis ojos, porque con mis manos no puedo.
Y el silencio se instala como un muro nuevo.
Demasiado dolor encierra.
Preciosas tus nostálgicas letras.
Un gran abrazo.
No siempre querer es poder, sobre todo sin ello dependemos de otro.
ResponderEliminarUn beso.