Y, ahora, ya no queda
nada más que el silencio.
El silencio sonoro de
un adiós prolongado.
La palabra que en la
garganta se ahoga sin ser pronunciada,
Y que se enquista en
el alma.
Porque ya no nos
queda, ni hoy, ni ayer, ni mañana.
El agua erosiona la
roca y en ella la paz halla.
Y, ahora, ya no
llores, ni murmures, sólo calla.
Mil gracias por vuestros comentarios.
ResponderEliminarUn abrazo muy grande,
Eva
Espero que en ese mañana llena de esperanza encuentres las ganas de volver.
ResponderEliminarBesos.
Pero qué precioso y con qué delicadeza y profundidad expresas sentimientos.
ResponderEliminarTriste, pero con mucho sentimiento.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho Eva.
La vida no es más que un pequeño paréntesis.
ResponderEliminarMe alegro de que hayas vuelto.
Besos.