Giró la cabeza hacia atrás para
mirarla por última vez. Su paso se detuvo frente al viejo banco desconchado que
había a un lado de la calle. Ella caminaba flotando por encima del asfalto; un
parpadeo, una sonrisa tímida y su vaivén de caderas fue lo último que pudo ver.
Ahora pasa las horas muertas imaginando el color de sus ojos, de sus labios, de
su pelo, mientras busca la luz que la vida le quitó.