Todos
los días salía a la misma hora por el portal del edificio donde vivía.
El rictus congelado de su rostro era el saludo matutino para todos los
que se cruzaban con él.
Imponía,
y mucho, tanto que los niños nos pasábamos a la otra acera por miedo a
que nos dijera alguna palabra para engatusarnos y sacarnos las tripas
como las abuelas nos decían machaconamente cada día. Le seguí, las
carnes me temblaban pero tenía que ver dónde iba cada día. Esa
incertidumbre se había apoderado de mí y anulaba mi miedo
fortaleciéndome. Cruzamos varias calles y al final entró en un soportal
con un letrero que decía: “Escuela de sordomudos”.
Hola, os dejo otra reposición.
ResponderEliminarEl tiempo se me escapa entre los dedos inasible y no soy capaz de sacar todos los proyectos adelante.
Un abrazo muy grande,
María Eva.
Pues a mí me alegra que las traigas, María Eva, así tengo la oportunidad de leerlas sin tener que deslizarme hacia el pasado buscando.
ResponderEliminarEste micro es muy potente. Transmite, con rotundidad, el miedo infantil a lo diferente, pero -sobre todo- la sensación de perplejidad cuando entendemos aquello que se nos escapaba.
Un abrazo,
Hola Pedro,
EliminarTe recomiendo que bucees un poco y disfrutes de relatos más largos. Mi favorito es Mañana de San Juan, Si tuviera Alas como Ícaro y Prevención de suicidio.
Nada un poco por ellos antes de que el frío arrecie.
Un abrazo muy grande,
María Eva.
P.d. Muchas gracias por comentar y estar ahí.
Mis favoritos, que me he comido la "S" final y no puedo arreglar el comentario una vez subido.
EliminarEva
Sin profundizar nunca aprenderemos a conocer a las personas, y nos guiamos por comentarios de dimes y diretes. me ha encantado...un besote preciosa.
ResponderEliminarEs un micro muy bien resuelto. Narra el impacto del vecino sobre los peques, un vecino distinto que no se comporta como el resto, hasta que se descubre la causa de su peculiaridad.
ResponderEliminarEstupendo, María Eva.
Y no te preocupes por la falta de tiempo. Así vamos todos, cuando podemos y en paz.
Un besote.
Hola María Eva!
ResponderEliminarA veces prejuzgar nos hace cometer errores tales como el que cuentas en tu relato...
Beso grande!
RoB
Belo texto Eva.
ResponderEliminarUm abraço e tudo de bom sempre.
hola como estas escribes muy lindo, te dejo mi http://wwwjesusdangelo.blogspot.com/
ResponderEliminarme gustaria conocerte
Cuantas veces nos ponemos en jueces, prejuzgamos sin siquiera el mínimo de conocimiento.
ResponderEliminarGran relato María Eva, muy reflexivo.
Un beso
Y el sordomudo volvióse hacia mi y me habló así:
ResponderEliminar-Aprende, querida niña, que las cosas difieren de su apariencia.
¡Escribes muy bien María de las Evas!
Una suerte que estés reponiendo porque así he podido leer este micro tan impactante.
ResponderEliminarMe encantó!
Salduos
el final es el acertado, pues trabaja como quiebre al tono que traía el relato
ResponderEliminarfelicitaciones
abrazoooo grande María Eva y feliz semana
Logrado desenlace y remate final.
ResponderEliminarBesos.
Gracias a todos por venir y dejar vuestro comentario, eso es el motor para seguir.
ResponderEliminarUn abrazo muy grande para cada uno.
María Eva.
Um lindo texto, e a mensagem importantíssima de que não se pode julgar a ninguém pela aparência. A curiosidade infantil nos permite descobrir a vida, e essa lembrança por tão importante não ficou esquecida. Um abraço
ResponderEliminarA veces tenemos la mania de juzgar sin pararnos a pensar si tendremos o no razón en nuestras cábalas.
ResponderEliminarbonito texto.
un besote
Bellísimo amiga....te felicito.
ResponderEliminarMuy bueno el relato. No recuerdo cómo llegué por acá pero tus relatos tienen una buena dosis de atracción.
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